La piel es nuestro órgano más grande. Es mucho más que una simple capa que cubre nuestro cuerpo; es nuestro primer escudo contra el mundo exterior y refleja nuestra salud interna y bienestar. Cuidado facial: Skincare
A lo largo de los siglos, la humanidad ha buscado maneras de embellecer y proteger esta preciada posesión. Hoy en día, con el avance de la ciencia y la tecnología, hemos desarrollado un entendimiento más profundo sobre cómo cuidar y nutrir nuestra piel de manera efectiva.
El cuidado de la piel no se trata simplemente de la apariencia superficial; es un proceso holístico que abarca la limpieza, la hidratación, la protección y la nutrición. En este artículo, exploraremos los fundamentos de su cuidado, desde la limpieza adecuada hasta la aplicación de tratamientos especializados, con el objetivo de ayudarte a lograr una piel radiante y sana.
Skincare: ¿Qué es?
El Skincare es el cuidado que le damos a nuestra piel para mantenerla saludable. se asocia con las rutinas que seguimos y aplicamos en nuestro rostro, para lucir una cara radiante, fresca y sana.
Rutina básica
Una rutina básica pero completa, incluye tres pasos:
- Desmaquillar y limpiar.
- Hidratar o humectar.
- Proteger.
Estos pasos irán aumentando en función a las necesidades específicas de tu piel, como manchas o líneas de expresión. Sin embargo, tener una rutina que incluya más o menos pasos no garantizará que sea más efectiva, sino que los resultados dependerán en gran medida del tipo de ingredientes que tenga cada producto que utilices.
Desmaquillar y limpiar:
Elimina todo el maquillaje de tu rostro antes de dormir. Un limpiador puede actuar como un todo en uno de forma efectiva. El objetivo es retirar todos los compuestos orgánicos que provienen de la contaminación ambiental, así como eliminar los residuos de maquillaje, grasa, toxinas y células muertas.
Hidratar o humectar:
No es lo mismo hidratar que humectar. La hidratación ayuda a llevar humedad al interior de nuestra piel, a través de sueros o cremas. La humectación ayuda a crear una barrera protectora entre la piel y el medio ambiente, evitando que la humedad se escape, esto se hace a través de cremas o aceites. En caso de tener piel grasa, o normal, no es necesario realizar la humectación.
Proteger de factores externos:
Este paso es de vital importancia, pues nos vamos a proteger de factores dañinos externos, como son los rayos ultravioleta del sol, la contaminación y las luces solares, artificiales o azules.
Skincare: piel grasa
Una piel grasa puede ser una auténtica joya si logras equilibrar la producción de sebo, pues este tipo de piel nos ayuda a prevenir infecciones y ayuda a retardar las líneas de expresión.
Limpiar:
Trata de limpiar bien tu cara de dos a tres veces al día, con limpiadores suaves, pero efectivos, capaces de quitar las toxinas y el exceso de grasa.
Para ello puedes utilizar productos que contengan lauril sarcosinato, coco betaína para equilibrar el ph de tu piel sin resecarla, también puedes utilizar carbón activo como limpiador y astringente. La aloe vera ayudará a mantener la hidratación y es una barrera protectora de la piel frente agentes externos. Evita ingredientes como alcohol denat, lauril sulfato de sodio (LSS), perfumes y fragancias, o colorantes artificiales, así como jabones de barra con ph alcalino ya que agravarán el problema de sebo.
Hidrata:
Hidrata tu rostro después de cada lavado con productos a base de agua. Tener la piel grasa no indica que no debas hidratarla, un exceso de sebo puede producirse por no mantener una buena cantidad de agua en nuestra piel o por utilizar productos que la secan.
Para ello puedes utilizar sueros o geles solubles en agua como ácido hialurónico, films moleculares, vitamina B5, niacinamida, sales de zinc, extractos de albaricoque, pera, pasiflora o caléndula, que tienen un efecto astringente, así como iones minerales de cobre, sodio, magnesio y potasio.
Evita ingredientes como coloretes artificiales, aromas, manteca de cacao, cremas y aceites pesados como el coco.
Protege:
Protege tu piel del sol, la contaminación y la luz artificial. Este paso debe estar presente en todo tipo de pieles. Puedes utilizar ingredientes físicos o químicos.
Los protectores físicos tienden a dejar el rostro blanco en cuanto a mayor protección, en cambio son más tolerados por pieles reactivas. Los protectores químicos son transparentes y suaves al tacto.
Para ello puedes utilizar niveles de protección superiores a FPS40 o FPS 50+, también existen bloqueadores para la radiación infrarroja, la luz azul y la contaminación ambiental, así como ingredientes derivados de concentrados naturales como la manzana, el jengibre, el trigo o la cebada.
Evita el exceso de maquillaje, exfoliaciones que raspen la piel, tocar el rostro con manos sucias, consumir comida rápida y el sedentarismo.
Skincare: piel mixta
Si no logras comprender tu piel o definirla en un tipo, probablemente tengas una piel mixta. Tu reto será equilibrar tu piel, pues en algunas zonas se creará una mayor producción de grasa y en otras incluso sequedad. Desconocer esto puede llevarte a agravar tu producción de sebo e incluso secar más ciertas zonas.
Limpiar:
Limpia dos veces al día con productos que no resequen las zonas más propensas a la sequedad, pero que sean efectivos en aquellas zonas de mayor producción de grasa, sin disminuir el manto ácido de la piel.
Para ello puedes utilizar limpiadores con un ph compatible, así como ingredientes como lauril sarcosinato, coco betaína o cocoamido betaína, carbón activo y aloe vera.
Evita jabones de barra con ph alcalino que resequen la piel, el lauril sulfato de sodio (LSS), toners que contengan alcohol denat, así como exfoliantes que raspen tu piel.
Hidrata o humecta:
Hidrata o humecta tu rostro dependiendo de lo resecas que estén tus zonas secas. Si no las sientes secas, solo hidrata con sueros o geles, puedes ayudarte de films moleculares por fermentos biotecnológicos, ácido hialurónico, sales de zinc o vitamina B5. Si tus zonas tienden a la sequedad, además de hidratar hay que humectar con cremas ligeras a base de escualanos o aceites ricos en ácidos linoleicos, como el maíz, la canola o extractos de algas.
Evita colorantes artificiales, aromas, manteca de cacao, aceites pesados, aceites esenciales y fragancias.
Protege:
Protege tu piel del sol, la contaminación y la luz artificial. Este paso debe estar presente en todo tipo de pieles. Puedes utilizar ingredientes físicos o químicos.
Los protectores físicos tienden a dejar el rostro blanco en cuanto a mayor protección, en cambio son más tolerados por pieles reactivas. Los protectores químicos son transparentes y suaves al tacto.
Para ello puedes utilizar niveles de protección superiores a FPS40 o FPS 50+, también existen bloqueadores para la radiación infrarroja, la luz azul y la contaminación ambiental, así como ingredientes derivados de concentrados naturales como la manzana, el jengibre, el trigo o la cebada.
Evita estresarte, tensión constante, exceso de maquillaje, consumir comida industrial y harinas refinadas, así como grasas saturadas y el sedentarismo.
Skincare: piel normal
Este tipo de pieles son las que menos problemas dan. No obstante, esto no significa que no debas llevar también una rutina, pues pueden volverse secas con el tiempo. Presentando líneas de expresión prematuras. </p>
Busca productos con un ph compatible, como hemos visto el aloe vera es una muy buena opción, el carbón activo. En cambio, es recomendable evitar ingredientes como lauril sulfato de sodio (LSS) en jabones, fragancias o colorantes.
Es recomendable buscar sueros o cremas con ingredientes naturales, como extractos de algas, aceites con alto contenido ácido linoleico, esculanos, film moleculares, ácido hialurónico, péptidos y coenzima Q10.
Evita saltarte la limpieza del rostro, al menos por las noches, así como la exposición al sol sin protección.
Skincare: piel seca
El reto en este tipo de pieles es lograr una mayor elasticidad y luminosidad, así como evitar el enrojecimiento y el picor.
Limpia:
Limpia tu rostro entre una y dos veces al día, si tu piel es muy seca, puedes hacerlo solo por las noches. Usa limpiadores que no resequen tu piel, como el lauril sarcosinato, coco betaína o cocoamido betaína. Usa ingredientes naturales o tecnológicos con un ph compatible con tu piel, evitando la sequedad e irritación.
Para ello puedes utilizar limpiadores con aloe vera o carbón activo.
Evita jabones de barra con ph alcalino y el lauril sulfato de sodio (LSS) y fragancias.
Hidrata:
Hidrata las veces que sea necesario al día. Es muy común sentir la piel estirada y sin luminosidad aun después de aplicar la crema en el rostro, esto puede deberse a que ese tipo de crema no es bien absorbida por tu piel debido a la densidad y tamaño de sus partículas.
Busca sueros péptidos que estimulan la creación de ácido hialurónico, incrementando así la hidratación y reduciendo tus líneas de expresión. La coenzima Q10 y fermentos biotécnicos por bacterias son similares al ácido hialurónico, pero con un mayor poder de penetración en las capas de la piel.
Evita productos con alcohol y colores artificiales, aceites esenciales y fragancias.
Humecta:
Humecta dos o tres veces al día. A diferencia de la hidratación, la humectación crea una barrera protectora que evita la pérdida de agua. Esto lo podrás conseguir con cremas o aceites que dejen una capa protectora en la superficie de la piel.
Busca aceites biotecnológicos como esculanos, ceramidas y coenzima Q10.
Evita exponerte al sol de manera prolongada y sin protección, cambios bruscos de temperatura, así como el uso directo de aires acondicionados o calefactores.
Protege:
Protege tu piel del sol, la contaminación y la luz artificial. Este paso debe estar presente en todo tipo de pieles. Puedes utilizar ingredientes físicos o químicos.
Los protectores físicos tienden a dejar el rostro blanco en cuanto a mayor protección, en cambio son más tolerados por pieles reactivas. Los protectores químicos son transparentes y suaves al tacto.
Para ello puedes utilizar niveles de protección superiores a FPS40 o FPS 50+, también existen bloqueadores para la radiación infrarroja, la luz azul y la contaminación ambiental, así como ingredientes derivados de concentrados naturales como la manzana, el jengibre, el trigo o la cebada.
Evita el estrés y no dormir, comida industrializada o comida rápida, así como grasas saturadas, exfoliación física a base de partículas que raspen tu piel y el sedentarismo.